EL ARBOL DE NAVIDAD
Como en todas las tradiciones, la relativa al árbol de Navidad y su origen resulta difícil de determinar. Remontándonos a épocas pretéritas, algunos consideran que ya los egipcios celebraban el fin de año con pirámides hechas de palma, que podría ser el origen de lo que conocemos actualmente como árbol de navidad, representado ahora por un abeto.
Ahora bien, ¿Por qué un abeto? Dicen las crónicas que en Alemania, en el S VIII, San Bonifacio, el día de Navidad, predicando un sermón a los druidas, para tratar de convencerles de que el roble no era un árbol sagrado, éste cayó destrozando todos los árboles que encontró a su alrededor. ¿Todos? Oh! NO. ¡Milagro! Un abeto quedó en pie. A partir de ahí los cristianos celebraron la Navidad plantando abetos, lo cual en su evolución dio lugar al árbol actual.
Lo que parece es, que bien a través de esta historia o de otras, el origen del primer árbol de Navidad se implantó en Alemania hacia principios del S. XVII , llegando a otros países posteriormente.
Preguntándonos cuando se implanta en España, parece ser que fue allá por 1870 en el edificio que actualmente ocupa el Banco de España.
El significado que para cada uno tiene el árbol de Navidad depende de las épocas y cultura; así para los egipcios el árbol se quemaba en honor a los dioses; en Babilonia, se asociaba al dios del sol y para los cristianos representa el árbol de la vida o la vida eterna.
También los adornos que cuelgan tienen atribuido un significado. Las bombillas, que sustituyeron a las velas, simbolizan la luz del mundo; las piñas son símbolos de inmortalidad y las manzanas o bolas representan la abundancia. Y cómo no, las herraduras la buena suerte.
Creamos o no en las tradiciones, pongamos árbol o belén o tengamos nuestras formas de celebrar la Navidad, lo cierto es que el mayor deseo es que la alegría que representan las campanitas se haga extensiva a todo el año. ¡qué digo todo el año! A lo que queda del milenio.